INSTALACIÓN DE ADEL ALONSO SOBRE LA MIRADA EN LA GALERÍA TRAZOS TRES

Gabriel Rodríguez. Santander,El Diario Montañés, 16-6-9

Adel Alonso ha montado una curiosa exposición sobre el temade la mirada y el reflejo en el espejo, compuesta de diversas piezas que dialogan entre sí y que señalan continuamente al espectador. El cristal es el material básico, pero las piezas se articulan sobre todo tipo de soportes, como la fotografía, la luz, el pelo, el espejo...

La instalación comienza antes de entrar en el espacio de la Galería. En la cristalera exterior se abre una ranura en forma de doble ojiva por la que se puede observar el interior. El mirón penetra en el espacio expositivo para convertirse en partícipe. Una serie de fotografías polaroid han sido tomadas desde el interior de la Galería hacia la cristalera, antes de ser pintada, ofreciéndonos una serie de imágenes que nos descubren el escaparate invertido: el mirón mirado desde dentro de la Galería.

Una pieza muy interesante es la formada por cuatro moldes, negativos de caras de artistas, situados a la altura del visitante, de modo que pueda acercarse y encajar su cara en ese molde blanco. De lejos la iluminación hace que podamos percibir el rostro en positivo, de modo que un efecto óptico hace que gire la posición de la cabeza según caminamos frente a ella. El tema que trata esta pieza es el de las relaciones entre el espejo y el molde, las cualidades de huella y de reflejo que contiene el molde, a la vez tan familiar como desconocido. El espectador es señalado como actor que genera o encaja en la obra.

Al fondo de la sala una pieza titulada «El pozo» nos vuelve a ofrecer un reflejo que se abisma en las profundidades de un negro pozo imaginario, rodeado por grafismos del universo lingüístico. En el espacio intermedio se presentan unas piezas construidas a base de superposición de cristales que forman un hexaedro por acumulación. El cristal cobra densidad de material, detenida en él mismo, tanto en esa pieza como en la de la pared, en la que se superponen varios vidrios remarcando sus tonalidades lechosas.

El acceso al último espacio recóndito se produce por medio de una escalera tapizada de espejo, que provoca una sensación de caída en el abismo, de lanzamiento al agua, de penetración en las profundidades. En medio, un gran huevo suspendido en el aire nos abre su interior por medio de otra ranura ojival. Dos habitáculos cubiertos de pelo y cristal permiten la penetración del cuerpo entero del visitante.

Las relaciones espaciales de penetración y contenido son el tema central que recorre toda la expo-instalación, formando una línea que va desde la calle, a través de los tres espacios, hasta el interior del huevo, marcando siempre la postura reflexiva del observador.

Camino interior
También es una exposición de marcado contenido freudiano. La ojiva como lugar de penetración que conduce al interior del receptáculo femenino, el huevo. Además presenta una pieza como paradigma de la estatuaria fálica, situada al lado del centro del lugar señalado por el gran símbolo femenino, en el tálamo íntimo. Están también los dos habitáculos que permiten la penetración el cuerpo entero del visitante: uno cubierto de espejos en el que reconocerse y otro cubierto de pelo natural. Toda la exposición es un camino hacia el interior en el que hay una reflexión constante sobre la posición del cuerpo del espectador cuya mirada penetra y conoce, a la vez quese constituye como protagonista.